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Mostrando entradas de enero, 2012

Como el color de mis ojos.

Se aferró con fuerza a los barrotes que formaban la desvencijada puerta del cementerio y colocó el pie derecho en uno horizontal para poder escalarla y pasar al otro lado. Sus dos amigas llegaron hasta allí cubiertas por una fina capa de sudor, exhaustas después de una larga carrera, con el cabello pegado a la cara y respirando entrecortadamente. –¡Eh, Violet! –la llamó una de ellas–. ¿Qué coño estás haciendo? La muchacha sonrió con picardía, estirando sus labios carnosos y mostrando unos dientes pequeños y perlados. –¿No tenéis curiosidad por saber cómo es el cementerio de noche? –les guiñó un ojo y comenzó a escalar por la puerta de hierro. –Pues es exactamente igual que cuando es de día, pero sin luz solar –explicó una, intentando que entrase en razón. –Y mucho más tétrico –añadió la otra, contemplando angustiada como la joven llegaba a lo más alto de la puerta y pasaba una pierna al otro lado. –Por eso mismo –su sonrisa se hizo más amplia–. Será una nueva experienci

Sólo tienes que acostumbrarte.

[...] –¿Es así como ves tu vida? –pregunté, metiendo el dedo en la yaga.– ¿Como una mierda? Mi reacción la dejó perpleja, sin palabras. Tampoco me hacía falta una respuesta, puesto que sabía de sobra que veía las cosas desde el pesimismo más radical. Suspiré, anotándome mentalmente que tendría que hacerle cambiar la forma de pensar sobre sí misma, cosa que iba a costarme un soberano esfuerzo y mucho trabajo duro. Deposité el dibujo sobre la mesa y entrelacé los dedos, observándola detenidamente. –Tu vida no está tan mal, Sun. No me miraba, y había perdido el brillo de humor que tenía anteriormente. Se limitó a soltar un pequeño bufido cargado de sarcasmo. –¿No me crees? –me incliné un poco sobre la mesa.– Apuesto a que tus amigos te quieren más de lo que imaginas. Sobre todo Héctor. Alzó rápidamente la vista para observarme desconcertada, con el ceño fruncido, sin saber a qué venía lo último que le había dicho. Comprobé que mis palabras surtieron el efecto deseado. La escr