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Mostrando entradas de enero, 2013

No está mal.

El suelo de madera crujió tras ella, sobresaltándola de pronto mientras su corazón sufría un pequeño paro cardíaco. Dejó las cuchillas rápidamente sobre el aparador y se dio la vuelta en apenas una fracción de segundo, apretando la muñeca de plástico contra su pecho. La luz se filtraba torpemente a través de una ventana ennegrecida colocada sobre el techo a dos aguas, produciendo una iluminación tenue y amarillenta. La buhardilla apenas tenía muebles, ni decoración alguna. Únicamente destacaban en ella un sillón de cuero y el aparador que había detrás de ella, repleto de distintos utensilios propios de un barbero. –¿Qué haces aquí? –su voz sonó áspera e impersonal. La observó durante unos instantes, analizando la situación. Había visto como soltaba sus cuchillas cuando la había descubierto y ahora permanecía con la mirada clavada en sus pies descalzos. –¿Te has cortado? –la preocupación se apoderó su rostro, sacándolo del hieratismo que le caracterizaba. Avanzó hacia ella y