Le vio de pie bajo la luz titilante de una farola. Contuvo el aliento y se acercó apresuradamente, haciendo resonar sus tacones en mitad de la noche. No hubo palabras. El hombre le tendió un sobre cerrado. Cuando lo aceptó y abrió descubrió una lista de nombres, entre los cuales se encontraba el suyo. El desconocido sonrió. Sacó una pistola. Disparó.