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Mostrando entradas de agosto, 2016

Sí, señor director.

Tenía las manos apoyadas en el escritorio, inclinándose hacia ella igual que un depredador. Permanecía tenso y aun así, sonreía. Estaba ensalzando sus buenas notas, pues había conseguido las mejores calificaciones de todo el centro. Según le contaba el director, pronto le darían el premio a la mejor alumna. Se removió en la silla, sin apartar la mirada de sus manos nudosas. Tenía las uñas impolutas, muy bien recortadas y unos dedos largos y elegantes. Inspiró hondo, consciente del ritmo veloz de sus pulsaciones. Pudo observar sus antebrazos y el vello rubio que los poblaba porque se había arremangado la camisa. Que no funcionase el aire acondicionado sólo empeoraba las cosas. Volvió a removerse en el asiento cuando le imaginó jugueteando con un mechón de su melena oscura, sin borrar la sonrisa torcida de sus labios. Intentó reprimir sus anhelos, concentrarse en su voz, no obstante, acabó perdiéndose en su propio mundo. Se imaginó desnuda frente a él, sentada en su escritorio, at

Los detalles nimios son siempre los más dulces.

  El traqueteo del carruaje le resultaba incómodo, pero ya casi habían llegado. Ambos tenían la mirada perdida a través de sus respectivas ventanas. Él sumido en sus pensamientos y ella admirando los colores cálidos del ocaso. En un punto del cielo, semioculta por la espesa frondosidad de la arboleda, se podía distinguir la luna menguante de una tonalidad casi translúcida. Las comisuras de sus delicados labios se curvaron, imitando su forma. Sin embargo, la calma armoniosa de la escena se desmoronó cuando el corazón le dio un vuelco inesperado. Sus mejillas se tiñeron de grana y con un valor impropio en ella se atrevió a mirarle de reojo. Allí, donde su mano descansaba sobre el asiento, sus meñiques se habían entrelazado. La ilustración pertenece a  Nami64 , para verla con mejor calidad pincha aquí .