Se miró en el espejo: un delicado moño pasaba desapercibido en su nuca, sus ojos claros resaltaban envueltos en unos párpados maquillados excesivamente de negro, proporcionándole una mirada poderosa y penetrante. Se levantó de la silla para contemplar su tutú níveo, que oprimía su cuerpo para realzar su delicada figura.
-¿Estás nerviosa? -le preguntó una de las bailarinas.
Ella negó con la cabeza, aunque su corazón palpitaba con fuerza. Llevaba demasiados meses preparándose para una actuación de semejante calibre y no iba a permitir que sus emociones desbocadas la traicionasen y echaran todo su esfuerzo por la borda.
Unos minutos antes de salir a escena, se colocó las puntas a juego con su tutú. El regidor daba las últimas instrucciones mientras las bailarinas corrían histéricas.
El presentador anunció el nombre de la bailarina: era hora de actuar. Inspiró profundamente, aguantando el aire en sus pulmones. Salió al escenario caminando con elegancia, estirando el empeine al máximo. Sonó la música y, de inmediato, una energía mágica salió de su cuerpo, haciendo gráciles sus movimientos que tantos años le había costado aprender y perfeccionar.
Miró fijamente al público, que la observaba con admiración. Percibía cientos de ojos abiertos de par en par, fijos en ella, contemplando las maravillas que estaba realizando.
Cuando la música finalizó, el escenario se llenó de miles aplausos, vítores y silbidos.
La bailarina hizo una elegante reverencia, agradeciendo el calor de los espectadores, mientras sonreía satisfecha por todo lo que había conseguido.
-¿Estás nerviosa? -le preguntó una de las bailarinas.
Ella negó con la cabeza, aunque su corazón palpitaba con fuerza. Llevaba demasiados meses preparándose para una actuación de semejante calibre y no iba a permitir que sus emociones desbocadas la traicionasen y echaran todo su esfuerzo por la borda.
Unos minutos antes de salir a escena, se colocó las puntas a juego con su tutú. El regidor daba las últimas instrucciones mientras las bailarinas corrían histéricas.
El presentador anunció el nombre de la bailarina: era hora de actuar. Inspiró profundamente, aguantando el aire en sus pulmones. Salió al escenario caminando con elegancia, estirando el empeine al máximo. Sonó la música y, de inmediato, una energía mágica salió de su cuerpo, haciendo gráciles sus movimientos que tantos años le había costado aprender y perfeccionar.
Miró fijamente al público, que la observaba con admiración. Percibía cientos de ojos abiertos de par en par, fijos en ella, contemplando las maravillas que estaba realizando.
Cuando la música finalizó, el escenario se llenó de miles aplausos, vítores y silbidos.
La bailarina hizo una elegante reverencia, agradeciendo el calor de los espectadores, mientras sonreía satisfecha por todo lo que había conseguido.
Una entrada preciosa ^^
ResponderEliminarRealmente hace sentir bien el reconocimiento del trabajo bien hecho tras una actuación de baile o similar (lo digo por propia experiencia), aunque los nervios antes de salir a escena son completamente normales.
Un beso, seguiré pasándome por aquí!
Muchas gracias. :) Me alegra haber podido transmitir las sensaciones del momento.
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