Llegó a casa cansada y bastante tensa después de un día demasiado largo. Cerró la puerta con llave y dejó el bolso encima de la mesa del comedor. Se encontró a su marido durmiendo en el sillón, abrazado a una botella vacía de whisky y con la baba colgando.
Tragó saliva, intentando deshacer el nudo que oprimía su garganta. Había vuelto a ocurrir. Otra vez.
Se despojó de los zapatos de tacón para no hacer ruido y caminó hacia él, con lentitud. Le quitó la botella de entre las manos y la dejó sobre la mesa.
Cuando se giró ya era demasiado tarde: la pesadilla volvía a repetirse.
–¿De dónde vienes a estas horas? –preguntó él, limpiándose con la manga de la camisa la baba que descendía por su barbilla.
–Del trabajo –le tembló la voz.
Su marido se levantó del sillón y se acercó cuidadosamente a ella, tambaleándose de un lado a otro, aún bajo los efectos del alcohol.
–Eres una mentirosa.
Abrió la boca para protestar, pero un puñetazo en la mandíbula le silenció, haciendo que cayera de bruces al suelo. Se levantó con torpeza, y se pasó la lengua por los labios. El sabor óxido de la sangre invadió sus papilas gustativas.
–Es verdad –murmuró, con los ojos anegados en lágrimas–. vengo del trabajo.
El hombre se llevó las manos a la cabeza, mientras veía cómo su mujer retrocedía disimuladamente, intentando huir.
–¡¡Deja de mentirme!! –gritó a pleno pulmón.
Cogió la botella de cristal por el cuello, y se dirigió nuevamente hacia su esposa, que se había quedado paralizada en un rincón.
–Cálmate, por favor –suplicó, al verle fuera de sí–. Por favor...
Apretó los párpados con fuerza, provocando que sus ojos se desbordaran como verdaderos torrentes. No quería ver lo que venía a continuación; ya tendría bastante con sufrirlo.
Su marido alzó la botella y la descargó con rabia hacia quien un día fue el amor de su vida, abriéndole una brecha en la cabeza. Cayó desplomada al suelo, mientras que la sangre empezaba a teñirle el pelo de color carmesí. Se encogió sobre sí misma, adoptando una postura fetal mientras notaba como se le escapaba el último aliento. Antes de morir cerró los ojos para no llevarse consigo ninguna imagen de su deprimente y angustiosa vida.
En cambio él se sentó nuevamente en el sillón, observando la escena, hierático. Decenas de diminutos cristales cubrían las baldosas del suelo, alrededor de un cuerpo inerte que goteaba sangre por una herida demasiado profunda.
–Lo siento, cariño –se disculpó en un susurro, sin sentirlo realmente.
Está bien el relato poniendo de manifiesto la violencia de género hacia la mujer, el tópico del hombre borracho (por algo será que ahoga sus penas en la bebida, a lo mejor una mujer que no tiene tiempo para él) y el miedo e impotencia de la mujer. Pero estaría bien leer un día un relato sobre la violencia de género hacia el hombre. Porque mujeres muy putas hay a montones. Esto es más como una opinión personal.
ResponderEliminar=)
Es perfecto.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Me he metido en la piel de la protagonista, es estremecedor...
ResponderEliminarUn beso :)
Doloroso...
ResponderEliminarTópico pero realista!
Creo que esto ya lo había leido XD Lo mismo de siempre, lo siento mucho pero voy a plantear la misma pregunta de siempre Si el tío es tan hijode.. y la pega y ella sabe que va a volver a pasar; ¿Por qué no le deja y le denuncia o le mata? Total son 10 años de carcel, 3 si te portas bien. Cómo dice mi padre, o él o tú.
ResponderEliminarEsta muy bien escrito, eso sí ^^
Inquietante, pero por desgracia, muy cierto. Éste relato me recuerda las noticias que veo miles y miles de veces, y que por desgracia se siguen repitiendo. Es un relato muy bonito y que sabe llegar a la gente, pero opino lo mismo que Esthervampire. Para que esto no se repitiese, tendrían que denunciar y no seguir ese macabro juego masoquista.
ResponderEliminarUn beso (L)
Esther, lo habías leído porque el relato lo puse en el tuenti hace tiempo. x)
ResponderEliminarMuchas gracias por los comentarios, tenéis toda la razón. ^^
Estupendo relato. Estoy con Esther, es ella o él. Una puñalada a tiempo hace mucho bien. Y si le tiene tanto miedo puede escaparse de su casa y pedir ayuda. Aun no puedo explicarme por qué tantas y tantas mujeres soportan hasta la muerte a un tío así.
ResponderEliminarEs el primer escrito que leo de este blog, y sinceramente es impresionante, casi podia sentir los cristales sobre mi cabeza. Me encanta como escribes y criticas la realidad.
ResponderEliminarSigue asi ^^
Dios... me resulta tan... sobrecogedor. Lo explicas de una forma muy... exacta. Casi fui capaz de sentir la angustia que sintió la mujer. Aunque si algo me quedo claro es que ese hombre era un cerdo machista. Lo triste es que eso pasé de verdad en estos días. Ojala llegara el día en el que esto fuese solo algo aislado e imposible. Adoro el relato, y seguiré leyendo más. Besos. ♥
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