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Soy un bruto, un cromañón y un completo gilipollas.

–¿Qué, qué? –Yanko me miraba con los ojos como platos, anonadado, mientras que en sus labios empezaba a vislumbrarse una sonrisa cómplice.– ¿Vas en serio?
Héctor le pegó un puñetazo al capó de su coche, fuera de sí.
–¡Joder, Sun! –vociferó.– ¡Te lo dije! ¡Te dije que ese maldito pelirrojo no era de fiar!
Le miré asustada. Cuando se ponía en plan energúmeno daba verdadero miedo.
–No ha sido para tanto. –intenté quitarle importancia de algún modo.– Le estás dando un significado incorrecto a sus actos.
–¿¡Un significado incorrecto!? –el rubio se quedó boquiabierto.– ¿¡Es así como llamas a que te sujete y te acaricie en contra de tu voluntad!?
Ahora fui yo la que se quedó sin palabras. Dicho de esa forma parecía un acto sucio y despreciable. Se me revolvieron las tripas.
–No hables de él como si fuera un depravado. –espeté, indignada.– No fue así como ocurrió y lo sabes de sobra. Me sujetó la mano y me la acarició. La mano, no mi anatomía íntima. ¿Dónde está el problema?
–¡Es que así es como empieza todo, joder! –estalló.– ¿¡De verdad piensas que se va a contener teniéndote para él solo tres veces a la semana!?
–Hablas de él como si fuese un pervertido. –empecé a ponerme nerviosa, consciente de que Héctor estaba sacando la situación de quicio.– Y te aseguro que no lo es.
El rubio se cruzó de brazos.
–Ya, claro. ¿Acaso te has olvidado de cuando te inmovilizó en su despacho?
–¡Porque le lancé un libro a la cabeza! –grité a pleno pulmón, haciendo que varios viandantes se girasen, curiosos.– ¡Me sujetó para impedir que le siguiera tirando cosas!
–Oh, y como agradecimiento por intentar abrirle la cabeza, te huele el pelo. Un comportamiento muy lógico. –dijo, haciendo que sus palabras destilasen un sarcasmo venenoso.– Joder, Sun, seguro que la tenía más dura que una viga de hierro.
Sus palabras me dejaron sin habla, pensando en lo soez e irracional que podía llegar a ser mi amigo. El cubano, por el contrario, empezó a reírse a mandíbula batiente.
Me ruboricé sin darme cuenta, no porque fuese verdad, sino por la manera tan grosera en la que lo había dicho. Héctor interpretó el color grana de mis mejillas como un acierto. Su pecho se inflaba y desinflaba de manera descontrolada, guiado por unos pulmones que atrapaban todo el aire que podían con avaricia.
–Yanko, ¿tú qué opinas de todo esto? –le preguntó el rubio, intentando no perder el poco control que le quedaba.
El cubano intentó ponerse serio, pero debido a su carácter guasón no lo consiguió. Me miró divertido antes de responder:
–Opino le llevas loco el prepucio.
–¿Qué? –comencé a reírme involuntariamente debido a su comentario, pero intenté controlarme y ponerme seria a duras penas.– Yanko, por favor.
–Oye, me habéis pedido mi opinión y os la he dado. –se encogió de hombros antes de proseguir con una explicación más razonable:– Sun, reconoce que tu querido pelirrojo está empezando a hacer cosas raras. Lo de que te inmovilice después de haberle lanzado un libro a la cabeza, lo veo hasta cierto punto lógico. Que te huela el pelo, ya no.
–Yanko... –intenté interrumpirle, pero me hizo un gesto con la mano y continuó.
–A lo mejor simplemente quería descifrar la marca de tu champú, pero vamos, lo veo poco probable. Parece más bien que se puso... alegre y que lo hizo instintivamente, sin darse cuenta.
–¿Alegre? –le miré sin comprender.
–Cachondo. –aclaró el rubio, apretando los dientes.
El cubano empezó a reírse de nuevo.
–He intentado ser sutil, Sun, pero ya veo que eres tan inocente que las indirectas no las pillas.
Me crucé de brazos, molesta.
–Venga ya, no se puso... alegre. Esas cosas se notan, ¿no? –logre decir, ruborizándome.– Y a él no se le notó nada. Además, le tenía pegado a la espalda y doy fe de ello.
El rubio esbozó una sonrisa torcida.
–La tendrá pequeña.
Puse los ojos en blanco.
–A lo mejor no te diste cuenta, Sun. –sugirió Yanko.– Estarías tan nerviosa en ese momento que pasaste por alto una posible erección.
–Yanko, por Dios. –comencé, cansina.– Estás desvariando. Sabes que tengo razón.
Mi amigo me miró sonriente.
–Bueno, bueno. –su sonrisa se hizo más amplia.– Yo sólo te digo lo que pienso. Además, no me puedes negar que lo que te ha pasado hoy ha sido, como poco, muy raro.
Suspiré, un tanto cansada de aquella conversación.
–Me ha sujetado la mano porque sabe que no tolero el contacto físico. Puso como ejemplo tus abrazos, Yanko. –dirigí la mirada hacia mis amigos aleatoriamente.– Ambos sabéis que lo hizo para demostrar que tenía razón, y que no lo tolero debido a una falta de afecto. Nada más.
–Claro, y él te quiere dar todo el afecto que le cabe en la entrepierna, ¿no es eso? –Héctor volvió a ponerse nervioso, perdiendo los papeles.– Joder, Sun, no sé cómo puedes estar tan ciega.
–¡No fue para tanto, Héctor! –estallé, histérica.– ¡Sólo me acarició una mano! ¡Una mano! ¿¡Tan malo es que me haya demostrado un poco de cariño, aunque haya sido fingido!? ¿¡Tan deplorable te parece que se preocupe por mí!?
El rubio perdió el control y le pegó otro puñetazo al capó de su coche, con fuerza, produciéndole una abolladura importante.
–¡No se está preocupando por ti, joder! –gritó, a pleno pulmón.– ¡Lo único que le interesa es lo que tienes entre las piernas! ¿¡No te das cuenta!?
Esa acusación tan directa me dejó nuevamente sin habla. Podía reconocer que últimamente su comportamiento había resultado ser un tanto extraño, pero estaba plenamente convencida de que Max no estaba interesado en mí de ese modo. Me quería ayudar a superar mis problemas. Él mismo me lo había confesado. No tenía ningún otro interés en mí que no fuera ése. Además, seguía pensando que su ayuda se debía a que era la sobrina de Fernando, y que todo lo hacía por él, –por la amistad que les unía–, no por mí, a pesar de que el pelirrojo me había asegurado que ya no era así, que realmente se preocupaba por mí.
Por eso me había dolido tanto la acusación envenenada que Héctor había lanzado: Max jamás intentaría aprovecharse de mí. Le conocía lo suficiente como para saber que era una buena persona y que sus intenciones no eran deshonestas. Era descabellado plantearse siquiera un posible abuso por su parte. ¿Cómo podía ser que el rubio pensase así de él? Venga ya, se trataba de un completo caballero, el cual probablemente tuviese novia. ¿Qué interés podía tener en una cría de dieciséis años? Desde luego ninguno romántico.
Tragué saliva, notándome repentinamente los ojos húmedos. No me había dado cuenta hasta ese instante de que tenía ganas de llorar. Y lo peor de todo era que no sabía si se debía a las palabras ácidas que me había dedicado Héctor o a que había asumido por completo que para el hombre del que estaba enamorada no era más que la sobrina de su amigo, y que por Fernando se veía obligado a ayudarme a salir del pozo en el que me había caído.
–Sun... –el rubio avanzó unos pasos hacia mí, consciente de que su impulsividad había llegado demasiado lejos.– Sun, lo siento. Me he pasado. Perdóname.
Intenté deshacer el nudo que oprimía mi garganta con un soberano esfuerzo, para luego asestarle un golpe bajo:
–Eres un cromañón. –espeté, titubeante.– Y un bruto.
Le lancé una mirada de reojo a Yanko, que nos observaba con los ojos abiertos como platos mientras ocultaba su boca tras una mano mulata.
Me di media vuelta y comencé a alejarme de ellos, caminando directa hacia mi casa con la mochila a cuestas.
–Sun, no te vayas. –Héctor me sujeto por un antebrazo, haciendo que me detuviera de golpe.– Deja que te acerque en coche, por favor.
Parecía arrepentido, lo podía ver en su rostro. Era consciente de que había llegado demasiado lejos y quería enmendar sus actos.
–Lo siento mucho, de verdad. –seguía sujetándome, impidiendo que continuase caminando en dirección contraria.– Tienes toda la razón del mundo: soy un bruto, un cromañón y un completo gilipollas que dice las cosas sin pararse a pensar en la otra persona. Perdóname, por favor.
Parpadeé varias veces para evitar que las lágrimas rodasen por mis mejillas. Últimamente estaba muy sensible y sus palabras cargadas de angustia me habían afectado más de lo que me esperaba.
–No soporto verte llorar. –dijo, capturando una gota salada que rodaba por mi mejilla.– Sabes que yo que me preocupo por ti, de verdad. –me di cuenta de que su frase iba con segundas. Estaba claro que volvía al tema de Max. –No puedo ver a ese pelirrojo con otros ojos. Ni siquiera me lo planteo, pero por esta vez voy a dejarlo estar.
Fruncí el ceño, sin comprender plenamente lo que quería decir hasta que concluyó con una frase que me puso la piel de gallina:
–Ahora bien, no voy a permitir que se aproveche de ti. Así que la próxima vez que te vuelva a poner una mano encima, lo mato.
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal de manera inmediata, dejándome con la sensación de estar protegiendo un témpano de hielo entre las costillas. La seriedad que mostraba el rubio me dejó bien claro que no bromeaba, paralizándome completamente. Estaba aterrada.
Por Max.

Comentarios

  1. ¡¡¡¡¡¡¡Madre mía!!!!!!
    Pero que celoso puede llegar a ser Héctor, no me puedo creer que tenga ese humor...
    Aquí Sun sabe que esta enamorada de Max, entonces solo falta que lo sepa él ¿no?
    Espero que pronto sepamos algo más. ^^
    PD; ¡ME ENCANTA!

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  2. OH MY FUCKING GOD!!! Pero este rubiales está completamente out of his mind! XDDDD. A ver, que el pelirrojo se ha comportado como un capullo es un hecho. Que él está enamorado de Sun, también. Que pegan más ellos dos juntitos y revueltos que ella con el pelirrojo, también. Pero ¡tío! ¿Cómo va a matar al pelirrojo? Si se lo carga ya nos quedamos sin Max y Leo y sólo nos quedará el franchute... Jajajajajajajajaja.

    No, ahora en serio. Este hombre está fatal-fatal. Necesita echar un polvete con la Sunny pero YA. A ver si les arreglas un encuentro romanticón en un hotel bonito y con sábanas de satén... Wowowowow. Acabo de tener una súper visión. ¿Puedo hacer un relato con estos dos? Porfaplis!! jajajaja.

    PD. Si este trocín iba dedicado a moi me ha hecho mucha ilu. El personaje de Héctor is one of my favourites. Los rubios serán mi perdición, jijijiji.

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  3. A ver, no saquemos las cosas de quicio. xD
    Todas sabemos que Héctor es sumamente impulsivo, pero de ahí a cometer un asesinato hay un abismo. No hay que tomárselo todo tan literal. Con "lo mato", a lo mejor sólo quiere decir que la próxima vez que le haga algo "raro" a Sun, le pega un puñetazo. xD Pero, ¿matarle? No creo. x)

    ¿Que Sun y Max no pegan? O.O Athenea, he muerto con eso. T.T Para mí pegan muchísimo más el pelirrojo y ella que ella y el rubio. ¿Hola? ¿Cómo va a pegar más con Héctor? ¡Es una locura! xD

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    Respuestas
    1. Claro que sí joder!! XDd Héctor pega más con Megan =P Arriba las parejas oscuuuuuras.

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  4. Waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa quién tuviese un Héctor cerca *-*
    Joder, es que Athenea siempre se me adelanta y me roba las palabras de la boca, pero haré un intento por expresar mi opinión sin plagiar xD
    "A lo mejor sólo quería descifrar la marca de tu champú, pero vamos, lo veo poco probable" Yanko me mata, en serio x) No podrías haber hecho un personaje más genial...
    Y Sun, bueno, se ve que está bastante preocupada por el pelirrojo, lo que no parece entender es que Héctor también va detrás de ella... Pobre xD
    Y la conversación que ponía en duda la virilidad de Max ha estado muy bien, ahora mi madre me mira raro porque me he echado a reír yo sola xDDDDDDDDD
    En fin, ya sabes, adoro todo lo que escribes y este relato no iba a ser menos xD
    (Ahora es uno de esos momentos cuando quiero tener tu libro editado, publicado e impreso en las manos YA).

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  5. Oish mi Héctor, qué majo es que se preocupa por sunny =D coincido con Athenea necesita u polvo, ¡Pero no con ella! XDDD Lo de que max se ha sobrepasado, está claro. Es que Max es un pervertidillo que va acosandola, como lo que la dijo la última vez. (por cierto, qué fuerte fue XDD Se la quería tirar de todas todas XDD).
    Yanko en su linea, ni mata ni deja morir XDD Ahora Héctor a parte de tener que irse a casa cabreado y con una mastrbación pendiente porque Sunny no le quiere, también va a tener que llevar el coche al taller muhajaja, pobre. Las desgracias nunca vienen solas, Héctor explotará cuando Sunny vuelva a ver a Max y este la de un sobeteo en los pechotes o algo así XDD Que me lo huelo... Qué Max está mú loco XDD Un ebsote y me ha ncantado, Héctor me encanta y tu forma de escribir también XDD Muuuacks!

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