Llegué a un claro del bosque después de llevar un buen rato caminado. No iba sola; seis chicas me acompañaban, cada una más guapa que la anterior. Algo se movió detrás de un arbusto, haciendo zarandear sus hojas de manera ruidosa. Nos quedamos paralizadas, esperando, con el corazón en un puño. Un par de hombres salieron de su escondite, armados con pistolas y con una sonrisa sádica que helaba la sangre. Eran ellos. Otra vez. El cabecilla y su cómplice. Ambos deformes. Me entró pánico y eché a correr como una exhalación, terriblemente asustada. Las chicas me imitaron, conscientes del peligro y ellos hicieron lo mismo. Nos perseguían. Eran rápidos, pero, afortunadamente, yo lo era más. No tardé en escuchar varios disparos, coreados por gritos agudos. Nos estaban cazando una a una. Me giré durante una fracción de segundo y comprobé que sólo quedaban tres chicas corriendo detrás de mí. Intenté que permaneciérmamos juntas, pero acabaron por separarse y perderse entre los árboles, deján...