Entraron en el piso a trompicones, abrazados, comiéndose el uno al otro con desesperación, sin dejar que el aire se interpusiera entre sus cuerpos, presas de los efectos del alcohol mezclados con una buena dosis de desamor.
–Ven, vamos al dormitorio –urgió ella, apretando su mano y conduciéndolo hacia allí.
Él se detuvo en seco. Siempre había pensado que el dormitorio merecía guardar recuerdos hermosos, compartidos con la otra mitad de su corazón, no una prueba cutre de la necesidad entre dos personas.
–No –se negó, acordándose de ella y reservándose esa estancia para un futuro que tal vez nunca llegaría.
Dio media vuelta y caminó hacia el comedor, arrastrando a la muchacha tras él. Una vez dentro, la levantó en brazos y la depositó sobre la mesa de madera, arrancándole besos furtivos y obligándola a que sucumbiera a sus encantos.
–¿No quieres saber mi nombre, Jack? –le preguntó mientras le desabrochaba la camisa con impaciencia.
–No. Cállate –contestó, agrio, mientras le quitaba rápidamente los pantalones y la ropa interior.
La joven siguió regalándole besos inmerecidos, consciente de que no la estaba tratando con sutileza ni romanticismo, consciente de que aquella noche no había ningún príncipe azul en su palacio, sino un hombre borde, maleducado, –e incluso cruel–, sin sentimientos, pero increíblemente atractivo, con un aire seductor al que era imposible resistirse. Tenía unas intenciones más que evidentes, respaldadas por una erección que no pasaba desapercibida. Aprovechó la ocasión para desabrocharle los vaqueros y bajarle la bragueta mientras rozaba su cuello con la punta de la nariz, lentamente.
–Jack... –susurró, acariciándole los labios con los suyos, dulcemente, intentando alejar la sombra negra que torturaba su corazón y le hacía ser un hombre tan despreciable.
Soltó algo parecido a un gruñido y se separó de ella.
–Te he explicado antes de subir a tu piso qué era lo que quería –masculló. La muchacha se estaba poniendo sentimental, y eso era algo a lo que no podía corresponder–. Aún estás a tiempo de echarte atrás.
La joven le sujetó el rostro y le obligó a que le mirase a los ojos. Max se vio reflejado en ellos a pesar de la penumbra del comedor. Se vio a sí mismo en las pupilas dilatadas y en los finos iris de color azul que las rodeaban. Se vio a sí mismo en sus ojos. Fue entonces cuando algo en su interior se rompió en mil pedazos, clavándose en lo más profundo se su ser y produciéndole un dolor aplastante. Apretó los dientes y, antes de que su acompañante dijera nada, se terminó de bajar los vaqueros y los calzoncillos, se puso un preservativo, y se apretó a ella con fuerza, arrancándole un gemido de placer mientras él se aferraba al último gramo de humanidad que le quedaba y que le permitía sentir algo, aunque sólo fuese dolor.
Sus cuerpos permanecieron unidos durante bastante tiempo, entre susurros, sonrisas, respiraciones entrecortadas y acometidas, –a veces–, demasiado bruscas. Dejando como únicos testigos de aquella noche a los muebles del comedor y a algún que otro vecino insomne.
–Espera –la chica le detuvo cuando vio que empezaba a vestirse.–. Quédate a dormir.
Jack dio media vuelta y la contempló en su totalidad con una ceja arqueada hacia arriba: todavía permanecía desnuda, sentada sobre la mesa.
–No –dijo, abrochándose el último botón de la camisa.
La muchacha bajó de un pequeño salto y caminó hacia él.
–Por favor... –se abrazó a su cintura y apoyó la cabeza contra su pecho, suplicante.
–No –la voz le salió quebrada.
Se separó de ella y caminó hacia la salida.
–¿Nos volveremos a ver? –preguntó, haciendo un último intento desesperado por retenerle.
Jack se detuvo durante unos segundos para decirle adiós con la mirada antes de desaparecer por el vano de la puerta, para siempre.
O.O Ahora entiendo eso de que es totalmente diferente a lo que sueles escribir normalmente. Ha sido un relato oscuro, triste y desgarrador, muy bien redactado (eso sí, debo señalar, aunque me joda y no esté de acuerdo con ello, que has escrito "sólo" con acento, y según los "genios" de la RAE a ese adverbio ya no se le puede poner tilde. T.T.). Me ha gustado mucho, aunque ha sido cortito, y el pobre Max se le ve que está consumido por la tristeza. En fin, que me ha encantado, como siempre, ya echaba de menos tus relatos :) ¡Un besín!
ResponderEliminarUna pasada, Sun. Además, te has superado muchísimo en calidad de narración desde que empezaste y en este relato lo he notado mucho:)
ResponderEliminarTranquila, yo también soy de las que le ponen tilde al "sólo", a los pronombres para diferenciarlos de los determinantes y a "guión" y, de momento, no pienso cambiar la costumbre.
Un beso!:)
Se echaba de menos algo así, es lo más triste que he leído de ti, pero es fascinante encontrarte con algo tan "vivo". Felicidades Sunny, eres una de mis escritoras favoritas (entre muchas)
ResponderEliminarMuchos besos.
Serela.
¡Qué desgarrador! Me encanta, es tan oscuro que me entran ganas de llorar de la emoción XDD En serio, me encanta lo único que (como lectora, no como si fuera Jack o algo) la tia esa es un poco pelma eh!! XD Un polvo es un polvo, un polvo salvaje es un polvo salvaje, nada de quedarse a tomar un té XD Se te ecdhaba de menos por aquí. Y si sirve de algo lo del "sólo" con tilde, yo escribo como el culo y lo pongo como me diga el señor Word XDD Un besote enorme!
ResponderEliminarincreible continuación. Si el primero me encantó este ya.. Buah, sin palabras, de verdad.
ResponderEliminarSimplemente sublime, me ha encantado. Las palabras fluían y no podía dejar de leer, lo juro! ^-^
ResponderEliminarEs tan triste y tan oscuro que casi da miedo... pero ha sido fantástico.
Un beso, K.
Muchísimas gracias, chicas. :) Me alegra que os haya gustado tanto.
ResponderEliminarVaya... si que ha sido diferente a tus anteriores relatos. Hasta el lector se congela con la frialdad de Jack!! XD!!
ResponderEliminarBuen relato, me ha gustado!! XD!!