Reseña de «Instrumental: memorias de música, medicina y locura».

Título: Instrumental: memorias de música, medicina y locura.

Autor: James Rhodes.

Editorial: Blackie Books.

Traducción: Ismael Attrache.

Género: autobiografía, drama.

Número de páginas: 279.

Encuadernación: Tapa dura.

Precio: 18’90€.

Sinopsis:

Me violaron a los seis años.

Me internaron en un psiquiátrico.

Fui drogadicto y alcohólico.

Pero no voy a hablar de eso.

Voy a hablar de música.

Porque Bach me salvó la vida.

Y yo amo la vida.

Opinión personal:

Gracias a Twitter me enteré de la existencia de James Rhodes hace algunos meses (bastantes, creo). El caso es que —no sé si por un artículo en algún periódico digital— supe de su traumático pasado a grandes rasgos y de que había escrito un libro. No voy a ser hipócrita: he de confesar que no tuve ningún interés en leerlo por varios motivos: el primero y más importante, porque suponía que sería una lectura muy dura, horrible y que me dejaría hecha polvo. Y, en segundo lugar, porque no me gusta demasiado la música clásica.

Entonces, ¿qué fue lo que me impulsó a leerlo? Mi psicóloga, básicamente. En una de las sesiones me habló de un libro que me ayudaría a enfrentarme a algunos sucesos de mi pasado y vaya, resultó ser este. Parecía que estábamos predestinados, así que me lo compré y me enfrenté a sus páginas.

Como comprenderéis, no puedo opinar de si «la historia es buena, tiene gancho, etc.», porque no se trata de una novela. Pasa lo mismo que con Gritos silenciosos: se trata de una autobiografía donde el autor se sincera y cuenta todos los sucesos que le convirtieron en la persona que es ahora.

Y, desgraciadamente, son sucesos espantosos.

Conforme leía su historia sentía una pena terrible, no sólo por el pobre niño que fue James Rhodes, sino por todas esas personas que son víctimas de violaciones, abusos y maltratos —tanto físicos como psicológicos— y que muchos años después siguen lidiando con los traumas y las secuelas —físicas y psicológicas— de dichas atrocidades. También sentí rabia, ira y una frustración inmensa al descubrir que, en muchos de los casos, los agresores quedan impunes.

Sobra decir que la lectura se me hizo cuesta arriba. Ya no sólo por la empatía que despertó en mí, sino porque me vi reflejada en muchas de las situaciones que narraba el autor, aunque en distinto grado. Me resultó sobrecogedor estar dentro de su mente y descubrir que sus pensamientos coincidían con los míos, que sus vaivenes emocionales eran muy parecidos a los míos y que su forma de resolver las situaciones, de buscar vías de escape, eran idénticas a las mías.

He de decir que su historia está escrita con rabia y desprecio —hacia sus agresores y hacia él mismo— o por lo menos eso es lo que me ha transmitido a mí. Además, James Rhodes utiliza un vocabulario muy directo, sucio, en muchas ocasiones vulgar, soez, duro. Y está cargado de un humor ácido y muy amargo. Creo que en este caso, el traductor ha hecho una traducción bastante acertada de lo que sería el libro original. No todos son capaces de representar fielmente esos sentimientos y ese lenguaje tan directo (que, por cierto, es de admirar la valentía y la sinceridad con la que se expresa James Rhodes para contar esas vivencias tan duras).

También debo mencionar que los capítulos tienen el título de distintas piezas musicales y, además, hay una breve explicación por parte del autor de la vida de los compositores de dichas piezas y de por qué los ha elegido para iniciar el capítulo o de por qué le gustan tanto. Esto a mí me ha resultado curioso y, en mi caso, me ha servido para aprender un mínimo de música clásica (o por lo menos de algunos compositores que no conocía). También ha sido como una especie de «descanso» entre la narración de una atrocidad y otra.

He echado en falta que mencionase a alguna mujer —no ha nombrado a ni una sola compositora clásica—, pero bueno, teniendo en cuenta que ese tipo de música siempre ha sido de los hombres, lo veo «normal».

¿Recomiendo la lectura de este libro?

Sí y no.

Sí a todas las personas que están estables mental y emocionalmente. Creo que es una lectura muy necesaria, una llamada a la conciencia y a la denuncia.

Y no a todas esas personas que han sufrido violaciones, abusos, maltratos, depresión, que se autolesionan —hay escenas muy descriptivas sobre estos temas—, que están débiles mentalmente hablando. En serio, no lo digo por decir. Si estáis mal, NO leáis el libro (el propio autor lo advierte al principio de la lectura). Si estáis en este segundo grupo, pedid ayuda psicológica, buscadla aunque os dé vergüenza (os lo dice alguien que la recibe, no alguien moralista que lo hace para quedar bien). Si ya recibís ayuda y os interesa este libro, preguntadle a vuestro profesional si estáis preparados para leerlo. Él/ella os aconsejará qué hacer si vosotros tenéis dudas, y si lo empezáis a leer, avisadle para que lo sepa (os podéis poner muy mal y sufrir alguna crisis. Es conveniente que vuestro/a profesional esté avisado/a «por si acaso».).

Creo que ya lo he dicho todo.

Hasta la próxima entrada.