Niña-cierva era como un lago; tranquila y profunda.
Albergaba oscuridad en su interior, frío y sed. Era un paraje moribundo, casi
yermo. La noche más larga. El helor de la muerte.
Niña-cierva era frágil y quebradiza, como la rama
reseca de un matorral. Cualquier incauto podía fracturarla si no se andaba con
ojo, por eso Hombre-león se esmeraba tanto en alejarla del mundo.
Niña-cierva tenía alas, pero no sabía volar. ¿Cómo
iba a saber si apenas había aprendido a caminar? Hombre-león siempre la ayudaba
con el hocico cuando sus débiles patas la hacían caer al suelo. La levantaba
con paciencia y se aseguraba de que ninguna pérfida sabandija interrumpiese su
aprendizaje, espantando a los entrometidos con su mal genio. De ese modo, Niña-cierva estaba cuidada a todas horas, en un mar de algodones que la
alejaban de la oscuridad.
Niña-cierva se sentía a salvo cuando Hombre-león la
vigilaba y disfrutaba enormemente de esa relación paternofilial que mantenía
con él, pues veía verdadera dedicación en sus ojos glaciales. Una dedicación
que no había visto en ninguna otra persona-bestia.
Hombre-león siempre estaba ahí para cubrirla de
atenciones, para lamer sus heridas y para vendárselas. A veces Niña-cierva le
sacaba de quicio cuando no cumplía sus órdenes, pero Hombre-león debía aprender
que no era suya para gobernarla, sino que —a pesar de su juventud e inocencia—,
tenía capacidad suficiente para decidir por ella misma y actuar según su propio
criterio. Hombre-león se frustraba mucho cuando esto sucedía; cuando se le
escurría entre los dedos como si recogiera el agua de un pozal con las manos. Y
pese a su mal genio, niña-cierva no huía de él, al contrario: sabía cómo
aliviar todas esas inseguridades que le hacían sentirse débil.
Tal vez ésa fuese su mejor virtud; poder dulcificar
el carácter de Hombre-león hasta volverle inofensivo.
Una capacidad que sólo tenía ella.
La ilustración me pertenece. NO la uses sin mi permiso. The illustration is mine. DON'T use it without muy permission. |
No me había dado cuenta de que no había comentado este relatito, aunque sí lo hubiese leído.
ResponderEliminarEs un relato tuyo de esos que llamo "raros"; tienes algunos más que son así. Pero no raro en un sentido malo, sino en un sentido mágico, impreciso, misterioso. Solamente con los nombres de los personajes das un aura de incertidumbre a la historia -al relato- que le viene de perlas. Y ya sabes de sobra lo que pienso de tu estilo. Tan sencillo y tan rico de sensaciones... me encanta.
Por último, una cosita: me ha recordado ciertamente a la relación de dos personajes tuyos, C. y lord T. ¿Es casualidad o es que ya los veo por todas partes? xD
De vez en cuando me gusta escribir relatos de este estilo; raros. xD (Has hecho bien en elegir esa palabra, porque yo tampoco sabría definirlos de otra forma).
EliminarMe alegra que te haya gustado. ^^
Es posible que tenga algo que ver con los personajes que mencionas, sí. ;)