Una gota de sangre emerge de mi piel cuando presiono
el bisturí contra mi muslo derecho, sin apenas hacer uso de la fuerza. La gota
brilla como un rubí. El corte escuece, pero no me importa. Aprieto un poco más
y la cuchilla se hunde en mi carne unos milímetros. Trago saliva, inspiro hondo
y arrastro el bisturí de golpe, en un rápido movimiento que me produce un corte
largo, limpio.
La gota de sangre se convierte en una línea carmesí,
de un color mucho más vivo que mi tez cerúlea. El contraste casi parece
hermoso. Exhalo el aire de los pulmones. Mi corazón late al ritmo de un tambor
de guerra y, sin embargo, reina la paz. La única guerra que se produce es la de
mi raciocinio contra mis emociones. El «no lo hagas» frente al descontrol que
crea la necesidad.
Repito el proceso una y otra vez, de forma
automática. Aprieto los dientes cuando veo mi muslo convertido en las cuerdas
tensas de un arpa. La sangre forma una cadena de rubíes sobre los trazos, la
piel de alrededor está irritada. Mi cuerpo pide ayuda, pero mi raciocinio está
anulado por mis emociones. Tendrá que curarse solo, como siempre.
Los minutos transcurren y yo sigo paralizada. La
sangre ha empezado a secarse, pero me da igual. No me limpio las heridas, no me
las lavo, ni mucho menos me las curo. Por favor, algo tan horrible no merece
ningún cuidado.
Mis emociones han apagado el interruptor y no pienso
con claridad, ni lo haré hasta pasados unos días. Para entonces, los cortes
habrán empezado el proceso de cicatrización. En unas semanas se habrán
convertido en líneas oscuras y transcurridos unos meses, serán más blancas que
el resto de mi piel.
Todo seguirá igual: mis allegados permanecerán
ajenos a mi propio maltrato y mi cuerpo dispondrá de un tiempo de reposo antes
del siguiente ataque, pues una mente enferma no puede luchar sola contra el
caos de las emociones.
Sin palabras. He leído varias historias en las que se describe cómo los protagonistas se autolesionan, y siempre son difíciles de leer. Sin embargo, tú lo has descrito de una forma que casi podría considerarse como "hermosa" (dentro de lo que cabe, teniendo en cuenta la temática).
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