Lucan había sido amable,
pero su compañía la incomodaba. Era un maestro adulador y su afán
por intentar llegar hasta ella era demasiado persistente. Además, el
hecho de que tratase a todas las damas de la misma forma era algo que
la irritaba sobremanera. No, no estaba hecho para ella. O al menos la
pequeña Synne no tenía el más mínimo interés en él. Era capaz
de ver su atractivo; de hecho, comprendía hasta cierto punto que el
resto de muchachas –y no tan muchachas– suspirasen cada vez que
pasaba junto a ellas, pero su cabeza estaba hueca. Vacía. Su
conversación se limitaba a unos cuantos piropos y a otros tantos
alardes que no llevaban a ninguna parte.
Ella quería
historias.
Las quería. Las buscaba
y anhelaba con todo su ser vivir una.
Por eso leía tanto. Por
eso prefería permanecer cobijada bajo las ramas de un árbol
sumergida en una, que pasear con ese muchacho a la merced del hastío
de una mala conversación.
Alzó la vista de las
letras al escuchar unos pasos pesados aproximándose a ella. Sus
párpados aletearon mostrando cierta sorpresa cuando descubrió a
Sever caminando en su dirección. ¿Acaso ocurría algo malo? Todo
parecía estar tranquilo, así que acabó descartando esa idea.
Unos nervios irracionales
torturaron su estómago, por lo que instintivamente encogió las
piernas, apoyando el libro sobre sus rodillas.
Sever era un hombre. Un
hombre que alzando el brazo podía acariciar las nubes. O destruírlas
entre sus puños. Synne estaba convencida de ello.
Su semblante serio e
impasible se veía reforzado por unos rasgos faciales duros y
marcados, además de por una barba oscura que le recorría toda la
mandíbula y la zona del labio superior. Sever velaba por ella, la
protegía. Se pesaba las veinticuatro horas del día a una distancia
prudencial y, a pesar de que cumplía con su trabajo a rajatabla, la
joven no podía evitar sentir cierta inseguridad con su presencia.
Le daba miedo, de hecho.
O respeto –no sabía diferenciarlo muy bien–. Aún así, veía
algo en él que le atraía. Tal vez era el hecho de sentirse atada de
alguna forma a su presencia. Veía riesgo en sus ojos. Y peligro.
Tenía la certeza de que tras esa máscara de hieratismo se ocultaban
muchas cosas. Apenas había hablado con él desde que se conocían,
pero siempre le había llamado la atención. No por su atractivo,
desde luego, pero sí por su actitud. Por su persona.
Sever había vivido.
Estaba convencida de que
una conversación con él valía más que cualquiera que pudiera
mantener con Lucan. Y, sin embargo, nunca se había atrevido a
preguntarle. Porque ese riesgo que veía en sus ojos la paralizaba y
hacía que le temblasen las piernas. Ese riesgo le había hecho soñar
con él más veces de las que estaba dispuesta a reconocer.
La pequeña Synne curvó
tímidamente las comisuras de sus labios cuando aquel hombre llegó
hasta ella, obstaculizando la visión de todo lo que tenía justo
enfrente. La joven llegó a imaginarse leyendo bajo su sombra, lo
cual provocó que su sonrisa se ensanchase.
Ambos permanecieron unos
segundos en silencio. Ella confundida. Él inseguro. Ella sentada. Él
de pie.
Sever abrió la boca para
decir algo, pero Synne se le adelantó.
–Sentaos –retiró los
pliegues de su vestido que caían desbordados a ambos lados de sus
piernas y le hizo un hueco junto a ella.
Tardó unos segundos en
reaccionar. La armadura le resultaba un impedimento a la hora de
sentarse, aún así –y a pesar de que obedeció la orden con cierta
lentitud–, acabó cayendo de culo estrepitosamente.
La joven no pudo evitar
reírse, divertida. Ocultó sus labios tras una mano pequeña y
delicada mientras él se acomodaba contra el tronco del árbol.
–Me alegra ver que mi
torpeza os hace gracia, Lady Synne –su voz grave desprendió cierto
tono sarcástico que le puso el vello de punta.
Ella dejó de reír, un
tanto intimidada. No sabía qué quería. No tenía ni idea de porqué
después de tanto tiempo había decidido acercarse y dar ese primer
paso. Pero tampoco le importaba. Estaba a su servicio y confiaba
lo suficiente en él como para ponerle a prueba.
–Anoche soñé con vos
–sus ojos oscuros se clavaron en los labios de él, que se
torcieron ligeramente formando algo parecido a una sonrisa.
–¿Una pesadilla? –hizo
una pausa tras el silencio de la joven– Espero que no fuera
demasiado desagradable.
La muchacha señalizó el
libro, lo dejó en el suelo junto a la rosa y se giró hacia él con
los brazos cruzados ante el pecho, fingiendo cierta alarma.
–Soñé que os reíais
–aclaró, sonriente.
Sever arqueó una ceja,
sorprendido.
–¿Ah, sí?
La sonrisa de Synne se
hizo más amplia.
–De hecho, soñé que
no podíais parar de reír –entrecerró los ojos y acercó su
rostro unos centímetros al suyo, notando como la sangre coloreaba
sus propias mejillas, ruborizada–. Sufríais un ataque de risa,
Sever.
Sever se inclinó
levemente hacia ella, respetando las distancias pero extrañamente
entretenido.
–¿Y a qué se debía
semejante pérdida de control?
Synne guardó silencio
durante unos segundos que a él se le hicieron eternos. Estaba
ciertamente desconcertado. El mero hecho de que hubiera soñado con
él le había inflado los pulmones de gozo y orgullo. Además, la
timidez que veía reflejada en su rostro no hacía más que avivar
unas ascuas que acabarían consumiéndole demasiado rápido.
La joven separó la
espalda del tronco del árbol y, –sin que él se diera cuenta–
sujetó el libro con la mano y se lo pegó al muslo antes de
susurrar:
–Os estaba haciendo
cosquillas.
Sever arqueó las cejas,
ciertamente sorprendido. Synne aprovechó su desconcierto para
levantarse con rapidez y salir corriendo como un cervatillo mientras
se arremangaba el vestido con la mano para no tropezarse.
Él, sin embargo, tardó
varios segundos en salir de su asombro. Aquél acto tan inocente como
repentino le había descolocado. Miró el lugar donde Lady Synne
había permanecido sentada y descubrió que se había llevado el
libro consigo, pero que había dejado la rosa allí olvidada.
El hombre contempló cómo
se alejaba corriendo con la torpeza que le provocaba su prenda llena
de volantes. La vio alejarse varios metros con el cabello caoba
flotando tras ella y Sever no pudo hacer otra cosa que quitarse la
máscara y sonreír.
No. No se había dejado
la rosa olvidada: la había abandonado.
Y eso sólo podía
significar una cosa.
Antes siquiera de que
pudiese planteárselo una sola vez, se levantó lo más rápido que
pudo y echó a correr tras ella.
Cosquillas, cosquillas, me gusta.
ResponderEliminarFundemos un club de fans de Sever. ¡Pon un Sever en tu vida!
(perseguir a una dama siempre es divertido... tengo ganas de leer más)
Me gusta esa relación guarda-dama. Es extraño y emocionante. :) Porfa, sigue con la historia, Sun.
ResponderEliminarY como dice Kirta, fundemos un club de fans de Sever, porque mola. (no puedo parar de reír por las palabras de Krita, es que me parto con ella y no sé por qué). ;)
¡Hola, chicas!
ResponderEliminarMe alegra mucho leer vuestros comentarios y más aún cuando me pedís que siga escribiendo "la historia". He de deciros que no me había planteado hacer ninguna. Más que nada porque he vuelto a retomar "Sun Burdock" y "Sever & Synne" sólo iba a ser un relato largo. No tengo pensada una trama, ni un nudo. No tengo más personajes. No tengo nada. :( Así que una historia "larga" no podrá ser.
Aún así, prometo subir fragmentos sueltos e independientes de esos dos personajes, pero no esperéis una novela. O al menos no de momento. La prioridad la tiene "Sun Burdock" y no me veo capaz de llevar dos historias paralelas. Sorry.
So sorry por haber tardado taaanto en pasarme por aquí, pero estos días he estado un poco liadilla. En lo tocante a la continuación de "Sun Burdock", debo decir que me hace mucha ilusión que vayas a seguir con la historia :), yo también me he puesto más en serio con FFR, que ya tocaba. En cuanto al relato, me está gustando mucho, aunque no creo que haya suficiente trama como para alargarlo mucho más. Me ha gustado esta parte, si bien no me cuadra que una dama de tan alta alcurnia en aquella época se atreviera a hablar con tanta libertad con su guardián (Y mucho menos hablarle de un sueño que ha tenido con él en el que le hacía cosquillas, eso es demasiado atrevido).
ResponderEliminarAnyway, está muy bien narrado y espero ansiosa la próxima parte. ¡Un beso!
¡Hola, Athenea! :D
ResponderEliminarMe alegra mucho leer tus palabras. :)
Como ya dije en el comentario anterior, "Sever & Synne" es únicamente un relato, no una historia larga, así que es normal que no se pueda alargar más.
Con respecto a la segunda parte de tu comentario, decirte que tienes razón: las damas de alta alcurnia no solían hacer eso. Pero es que si nos ponemos restrictivos, las historias serían aburridas y sin fundamento. Te pongo un ejemplo: Arya Stark también es de alta alcurnia y ya desde el principio de la serie/libros se ve que está interesada en el manejo de la espada. Eso es todavía menos ortodoxo que coquetear con un guardián/protector/soldado/lo que sea. Eso la hace diferente. En cambio Sansa cumple las normas establecidas a rajatabla y eso la hace, en mi opinión, un co*azo. xD
Si las historias no se salen un poco del camino común que llevan las demás, se convierten en monótonas y aburridas.
Muchas gracias por tu opinión. Ya sabes que la valoro mucho. :) ¡Un beso!
Increíble, ¿ésto significa que hay una tercera parte? =D
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